domingo, 22 de diciembre de 2019


No hace falta ni decir un "necesito hablar contigo" aparece tan sólo su recuerdo invade mi mente, la tengo delante, se materializa ante mí.

-¿Qué te aflige?

Suspiro y la observo. Tan serena, tan distante, esa parte de mí tan pura, sin contaminar por mis absurdo exceso emocional.

-Pues que no me gusta mi papel, y no lo puedo evitar. Pero es lo que me ha tocado, ¿verdad?

Frunce el ceño.

-Somos adaptables, estamos en evolución continua, ¿es que no lo ves?

-Lo único que veo es la realidad, o eso creo, porque para no variar está adulterada por mi estúpido y sensible sentir, por eso he acudido a ti. Me interesan todos los puntos de vista.

-¿Qué te pasa, realmente?

-¡Que yo lo sentí! En mi corazón, en mi alma, en lo más profundo de mi ser. Para mí todo fue verdad, creí que era real, pensé...

-Pensaste, sentiste, creíste. ¿Pero acaso te atreviste a ser sincera al 100%?

-No, porque siempre tengo miedo. No puedo evitarlo.

En ese momento se sentó a mi lado, agarró mis hombros.

-Mírame y escúchame con atención.

Entonces fijé mi mirada en sus enormes, oscuros y serenos ojos.

-Te escucho.

-Te voy a decir la verdad, aunque te duela. Pero es así, y es simple, sin vueltas de hoja ni titubeos: tú lo quisiste y lo buscaste, hasta con un punto un poco humillante a veces he de decir, a pesar de que no hacía ninguna falta.-Hizo una pausa y me miró con reproche, y yo avergonzada bajé la cabeza. Me zarandeó para que volviera a mirarla y suavizó tanto su tono como su expresión.

-Sabes que no debes sentirte mal por ello. Todos somos parte de la historia de alguien, aunque no nos guste el papel que acabamos de tener. Pero somos parte. Al menos eso no nos lo puede quitar nadie. Sabiendo esto, y conociendo la verdad en el fondo de ti, como seguro que la conoces, ¿por qué dejas que la duda y la inseguridad te salpiquen?

-No lo sé, porque si no no sería yo, y no necesitaría acudir a ti, antes de actuar como una loca.

-Bueno, es una sabia decisión, ¿sabes? Me preocuparía aún más que no lo hicieras y andaras por ahí haciendo el cafre sin más y sin un mínimo de responsabilidad.

La miré sonriendo. Y con un halo de tranquilidad, la vi marchar.