lunes, 3 de febrero de 2020

Dejar de ser lo que fuiste para alguien siempre es algo dificil de gestionar.

También lo es intentar que no te afecte pero no poder evitarlo. Y vienen los sentimientos encontrados. Saber que aún así hay que tirar palante. La vida es dura, pero más duro es saber que lo que fue ya no está. Me pesa. Me callo. Pero me pesa. Me pesa terriblemente en el estómago, me pesa en las lágrimas que derramo porque no puedo evitarlo, me pesa en el latido continuado del corazón que a pesar de su estado intenta serenarse. En la cabeza que no para de inquietarse pero trata de calmarse para no perder la cordura. Cordura para NO MOLESTAR, CORDURA PARA NO DECIR NADA DE LO QUE ME ARREPIENTA.

Reprimo una sonrisa irónica. Cordura. Nunca ha habido cordura en esto. Sólo el atropellado fluir de mis más apasionados sentimientos. Qué bonito. Qué tristeza.

Me siento como si estuviera tirando constantemente de un hilo que muestra resistencia. Como si estuviera abrazando a un muñeco de nieve que debo soltar porque si no me congela.

Pero miradlo, cómo no intentarlo, cómo... Cómo tantas cosas. Es igual.

Lo que sea será. Pero hoy,  esta mañana, así es.

Pasará el día, me repondré. Pasará el tiempo, me curaré. Pero pase lo que pase, nunca te olvidaré.

E inevitablemente, aquí estaré.

Pero ahora, es mejor que fluya en el pantano de la tristeza, que me ahogue  en él lentamente. Ya saldré.

Inúndame.