Reprimo una sonrisa irónica. Cordura. Nunca ha habido cordura en esto. Sólo el atropellado fluir de mis más apasionados sentimientos. Qué bonito. Qué tristeza.
Me siento como si estuviera tirando constantemente de un hilo que muestra resistencia. Como si estuviera abrazando a un muñeco de nieve que debo soltar porque si no me congela.
Pero miradlo, cómo no intentarlo, cómo... Cómo tantas cosas. Es igual.
Lo que sea será. Pero hoy, esta mañana, así es.
Pasará el día, me repondré. Pasará el tiempo, me curaré. Pero pase lo que pase, nunca te olvidaré.
E inevitablemente, aquí estaré.
Pero ahora, es mejor que fluya en el pantano de la tristeza, que me ahogue en él lentamente. Ya saldré.
Inúndame.
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