Querida mamá:
Esto es un desastre sin ti.
Bueno, ya lo era cuando estabas, pero sin tenerte a mi lado, sin sentir tu respaldo, tu presencia, tu cariño incondicional todo cuesta el doble…Es como estar tullida por todo el cuerpo sin tener ningún tipo de muleta, yendo arrastrándote por el suelo como buenamente puedas, como si fueras el puto Ivar sin huesos. Mi chico hace lo que puede y se lo agradezco infinitamente, sobre todo la enorme paciencia que tiene al aguantar mis días más difíciles, y cuando le respondo de manera cortante aunque no se lo merezca. Por suerte ese es un aspecto que ya sabes que he conseguido suavizar.
Mamá, la verdad es que desde que te fuiste, y sin contar los 20 días de vacaciones que me fui a León, porque tampoco es que fuera el mes entero, no he tenido prácticamente tiempo de poder desconectar de verdad. Todo ha sido un estrés constante y vivo en modo supervivencia porque, por desgracia, tampoco pudiste dejar nada que me ayudara a sostenerme y a tener un poco de tranquilidad económica que es tan necesaria en esta sociedad capitalista de mierda. Bueno, no lo sé al 100%, todavía hay cosas que tengo que resolver aún, pero no he juntado moral para ello. A ver si cuando se acabe el verano consigo hacerlo, ir al centro de salud, recoger tu informe y a ver qué me dicen en el banco de tu seguro o qué se yo. Pero ya te digo que esperanzas cero.
Mamá, es muy triste continuar sin un respaldo económico de ningún tipo, prácticamente al día, casi sin poder ahorrar, sintiéndome una inútil conformándome con trabajos de mierda, turnos partidos, trabajando a partir de las nueve de la noche algunos días sin ningún complemento de nocturnidad y sin ningún festivo, comiéndome estas elevadas temperaturas, sujeta a las inclemencias meteorológicas, y resignándome cada vez que muere gente por golpes de calor en las noticias, pero nuestro sector, para no variar, siempre se ignora. Qué duro estar teniendo que sonreír y poner buena cara a la gente aunque no se lo merezca. Y aún así habrá gente que me critique y me llame quejica porque al menos tengo trabajo. Pero es que ya me la pela.
Mis piernas, debido a la maravillosa herencia que me dejasteis el que puso el material genético y tú, me pesan y me duelen cada día más.
No puedo permitirme parar, no puedo, porque si paro no cobro, y si no cobro aunque sea menos de lo que por mi categoría, experiencia y posición me tocaría (SEGURAMENTE) no voy a poder tirar hacia delante. Sufrir calor, mareos, viendo a mis compañeros pasando por lo mismo, pareciendo que no tenemos derecho a enfermar, ni a quejarnos, ni a que quedemos sujetos a sufrir percances, porque es que ‘’en Córdoba hace más calor.”
En fin, mamá, que te voy a contar que no sepas. No sabes cuánta falta me hace llegar a casa y verte, sentarnos juntas en la cocina, tomarnos una Judas bien fresquita con unos trocitos de queso añejo porque si no es una cerveza muy fuerte y cae mal. Despotricar aunque sepamos que no vamos a poder cambiar el mundo, pero al menos saber que contamos la una con la otra, reírnos, brindar…
Y, sobre todo, hoy duele horrores no tener esa sensación de amparo, de calor y de sosiego al sentir que, por muy mal que me haya ido el día y por muy mal que vaya a todo, llegaré a casa, me mirarás a los ojos sin ser necesario que me preguntes nada, me acogerás en tu regazo y podré llorar hasta quedarme seca, y después ya podré contarte lo que me inquieta y lo que tanto me angustia el corazón.
Ya no puedo hacer eso con nadie, mamá, porque tú eras mi mejor amiga, mi confidente, y jamás podré volver a tener la sensación de que, no importa lo que pase, si me caigo, estarán tus brazos para recogerme, ayudarme, apoyarme en la medida de lo posible y darme aliento para seguir hacia delante.
Ya no, esa parte de mí, esa sensación murió. me siento más sola, desnuda, desamparada y vulnerable que nunca, ya que el temor de que nada va a cambiar, ni mejorar, y que todo seguirá igual, y que esta mierda de vida seguirá implacable pasándome por encima hasta que al final me mate, es un hecho irrefutable.
Estoy a la deriva en este tempestuoso, asqueroso, tormentoso y revuelto mar.
(¡Deberías salvarte tú sola, eres fuerte, ánimo, patatín, patatán!)
Que os den, a todos los que penséis así, que os den pero que muy fuerte, porque no tenéis ni la más remota idea. Niños de papá con la vida resuelta que no han limpiado ni un váter: ni me miréis tampoco. No hay que minimizar el dolor ni las experiencias; es este día de mierda el que me hace escribir estas líneas, pero tampoco me arrepiento de ello. Si os molesta, volved a vuestro aire acondicionado y a vuestras piscinas privadas.
Me estoy ahogando en el mar de una vida que cada vez es más cruel. Y no aparecerá ningún barco, ninguna tabla, ni nada que me salve. Todos necesitamos ayuda, pero mii faro se fue, mi constante murió en mis brazos en junio hace dos años. Y, desde entonces, una gran parte de mí sigue caminando a oscuras.