martes, 14 de enero de 2020

Pelitos


Hay amor en muchos lugares, parafraseando a aquel, que bien lo sabe, pozo de sabiduría infinita; nunca dejo de aprender. Aunque realmente a lo largo de los años creo que lo que hago más bien... Es que sustituyo unos recuerdos por otros, que se empañan entre nubes de cebada. Bah, para el caso da igual. ¿Qué sentido tiene lo bien o mal hiladas que estén las frases que van tomando forma ante los aleatorios pensamientos de esta cabecita loca? Mientras se entienda el trasfondo de lo que quiero decir... Quizá no lo entenderéis, pero lo importante es que yo sí me entiendo, pero si lo captáis es mejor... Bueno, al solomillo, que me pierdo. Amor... Sí, de amores en parques, en canciones, en litronas que se comparten (¿no dije que mis recuerdos se empañaban entre nubes de cebada? Joder, bien mirado queda hasta bonito en su borracho sentido). Esos amores TAN conocidos. Sí. Pero hoy estaba barriendo. Y no he visto sus pelitos. Y me he derrumbado. Y me he dado cuenta de que lo que importa es lo que más ruido hace cuando se va. Dioses. Cuan fuerte es el estruendo de una ausencia, de lo que no está. Ya no están sus ruidos, ni sus pelitos, ni su calorcito en el sofá. No hay paseos, ni agua en la botella, ni na de na. La costumbre, qué mala es. Y los pelitos que maldecía barrer cada dos por tres, ya no están. Y me pesa la ausencia de esos pelitos. Pelitos, que se desenredan con cariño. Pelitos que se quedan entre la ropa, y te hacen sonreír, recordando quién los dejó ahí, de estar tan cerca de ti. Pelos que se enredan en prendas más íntimas y te hacen humedecer y sonrojar. Lo más tonto, lo más simple. Un simple pelo y todo lo que conlleva. Tonterías, ¿verdad? Lo sé. Pero ahora recuerdo que barriendo no encontré sus pelitos. Y me he vuelto a derrumbar.

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