domingo, 2 de noviembre de 2014

Et je ne sais pas pourquoi...


Tu recuerdo es como una astilla que se clava en mi corazón cada vez que las emociones más intensas, tanto el amor más profundo como el odio más negro, vienen a mí cuando pienso en ti.
Oh, querido y a la vez odiado, te mataría... Pero después te resucitaría. Y así muchas veces, no me cansaría, créeme. Pues no sería nada más que una tortura acorde a todo el tormento que me has hecho pasar sin darte cuenta siquiera.

Bésame, no pares, soy adicta a tus besos. Déjate caer en mis brazos, te apuñalaré mientras tú me apuñalas a mí, los gritos de tu orgasmo mezclados con el dolor... Éxtasis mortal...recorre mi piel con tus dedos, goza entre mis piernas otra vez, disfruta de mis espasmos, de mi humedad latente, la que solamente tú provocas, ama el pecado otra vez dentro de mí y déjame exhausta, deja que muerda tu clavícula hasta que tu carne ceda y aliméntame con tu sangre de ángel caído contaminada de cada uno de los siete pecados capitales, maldito, bendito, eres pureza y suciedad.

Permite que rompa la prohibición y deje marcas de los arañazos de mis uñas en tu espalda. Deja que grite, que insulte, sin tener que contener la voz por el insuperable placer que me produce todo lo que me das cuando te clavas en mi interior, que me revuelva y que jadee como lo que tú y solamente tú sacas de mí. Deja que libere todo lo que tenga que liberar.

Oh, dueño de mi placer y de mi sufrir, te deseo, no puedo estar sin ti.
Despojada de pudor, sucia, ramera, mancillada, esclavizada, cargada de cadenas ante la voluntad de tu deseo, dime qué quieres, dime. Soy tu marioneta, y no lo soporto pero es así. De tu placer soy presa, déjame que te complazca, soy pieza en tu tablero, juega conmigo, maltrátame, sacrifícame, pero no me abandones.
Este es el precio a pagar por disfrutar de ti. No lo soporto, pero es así.
Placer, exquisito, nunca sentido jamás, maldito placer que me das. Compañía letal, veneno delicioso, atrápame entre tus brazos otra vez, haz lo que quieras conmigo, deja que me sacie de ti, deja que calme mi hambre y cuando vuelva a sentir apetito, sáciala.

Oh querido, oh odiado. Muere pero resucita otra vez, clávate en mis entrañas. Pero no oses salir, no me contravengas, no te vayas... si lo haces solamente Hades será el que recoja tu alma maldita, tu parte bendita no te salvará ante las fauces de Cerbero por tanto mal que has hecho. Marcaré de veneno tus labios y lo único que sentirás sobre tu piel será la fría caricia del metal. Y luego pondré óbolos sobre ti. Y en la barca de Caronte tu último viaje harás.

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