martes, 14 de julio de 2020

Desmadeja, deja


Hilos e hilos en mis dedos, hilos de colores que se entrelazan en mis manos. Maraña, que se enmaraña y trato de deshacer pacientemente su enredo. Pero por desgracia a veces no lo consigo, y he de cortar los hilos necesariamente. No importa cuanta paciencia muestres, en ocasiones la mejor opción es cortar, hay nudos imposibles de deshacer, y a veces se forman incluso sin querer, por más cuidado que pongas en la tarea. Así es la vida. Pero yo quiero ser capaz de manejarlos, de controlarlos, pues para ello son los míos.

Así pues, me hallo cual perdida Ariadna enredada entre los laberintos de sus pasiones por Teseo...  ¡Traidor! Abuso de amor, tu fin justificó tus medios, tan injusto todo.

Hilos, hilos e hilos, de la vida, del propio destino. Altos poderes, Dioses, ¿a qué jugáis con los míos? Cuando creo que he conseguido desatar uno, descubro que tengo tres nudos nuevos, y así, cual envidia macilenta, me tiro de los pelos con desespero, maldigo, y vuelta a la tarea de nuevo, y cual Sísifo en la roca, una y otra vez haciendo lo mismo sin llegar al final. Intento llegar a conclusiones, y a medida que me acerco a ellas, se van desvaneciendo. ¿Esto es la vida, he de seguir desesperadamente tratando de desenredar lo que las Moiras se empeñan en enrevesar una y otra vez? Risueñas las imagino, llenas de burla señalándome con sus dedos:

"Necia mortal, nunca conseguirás desenredar tus hilos."

Parecen decir, a medida que al ver una sonrisa de dicha en mi rostro, venga a enredar mis destinos.

Pero no os preocupéis cabronas, que mientras tenga fuerza, manos, y pasión, seguiré luchando con mis hilos, y el tapiz de Aracne será una sombra al lado del mío.

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