lunes, 28 de diciembre de 2015

El libro de Sombra (o como sentir un montón de emociones contrapuestas que se concentran en un libro genial)


Ante todo tengo que decir que: "si tú eres Sombra, yo seré Secuoya." :p

Generalmente no se me ocurriría hacer entradas en mi blog acerca de libros. Y me ha nacido la idea de escribir algo sobre este nada más terminarlo porque...porque me ha ganado.

En primer lugar porque su autor, aparte de escribir fenomenal  (es así y no lo digo porque sea tan afortunada de conocerlo) ha sabido juntar ciertos momentos del libro de cierta tensión y de todo lo contrario con unas canciones muy buenas que te hacen adentrarte aún más en la historia, en los momentos de los protagonistas, en sus recuerdos...

Y en segundo lugar y no menos importante por la historia en si. Porque es una manera sobresaliente de continuar con lo empezado en el libro anterior. El Ivo hierático, valioso y temerario da paso a un Sombra fascinante y sorprendente.

Para mi ha sido toda una experiencia, ha sido como tomar un plato que tuviera una explosiva mezcla de sabores... con sus amargos, sus dulces, sus ácidos... Este libro es una mezcla de todo eso. La agresividad, todo lo malo que el ser humano lleva dentro mezclados con ciertos momentos de más ternura, y con ese... mortal estupendo que da nombre al libro. Sombra me ha enamorado. Sin duda. Aquí comparto una preciosa canción que me emociona al recordar cierto pasaje del libro... Sombra, me has ganado. Y querido autor, me quito el sombrero: ABSOLUTAMENTE RECOMENDABLE.

sábado, 5 de diciembre de 2015

Samba


Estaba sentada, mientras miraba a esas morenas y desmpapanantes chicas con minivestidos moverse al ritmo de lo que parecía ser samba... cómo no: samba, si estábamos en la caseta de Brasil, qué iba a sonar, qué iban a bailar... pero la caipirinha me había atontado un poco el cerebro.

Así pues, seguí bebiendo ensimismada sin prestar atención a la conversación que tenían las dos chicas con las que me había animado a salir al final, después de unos cuantos días encerrada. Me levanté, un poco mareada por el exceso de alcohol de aquella noche para echar un vistazo alrededor y vi a unos chicos llenos de tatuajes y muy depilados que estaban bailando en el centro de la caseta, pero que no paraban de sonreír. Habían atraído la atención de parte de la gente que había reunida que los observaba. No era raro:  la verdad es que lo hacían muy bien y desprendían mucha alegría y contagiaban ganas de bailar por más que no tuvieras ni idea. Bueno, eso era algo típico de las gentes de allí.

Me dirigí hacia la barra con intención de invitar a las chicas a una copa ya que sorprendentemente disponía de bastantes fondos aquella noche, cuando noté que me tocaban el hombro. Y justo en ese momento empezó a sonar un canción bastante conocida en portugués pero que ya tenía sus años. Me giré y me encontré con uno de los chicos que había estado bailando.

-¡Hola blanquita!-me dijo, muy amigable. Yo me reí: sí que era blanquita si me comparaba con él: tan reluciente, tan bronceado, tan tatuado. No me gustaba mucho físicamente, pero había que reconocer que era un chico muy simpático, así que le dije:

-¡Hola, morenito! Bailas muy bien.

-¿Tú sabes bailar samba?-me dijo, sin siquiera preguntarme mi nombre ni nada, lo cual me desconcertó un poco.

-La verdad es que no tengo mucha idea...

Me cogió de la mano sin cortarse un pelo.

-¡Venga bonita que te enseño!

Le miré divertida, la verdad es que estaba un poco aburrida... ¡qué más daba una clase de samba gratis! Total no tenía otra cosa mejor que hacer...

-¡Está bien!

El chico sonrió más aún y me arrastró a la pista de baile. Se acercó mucho a mí, agarrándome de la cintura, y me dijo:

-Esto es muy fácil, es sobre todo ritmo y mover los pies...

Intentaba copiar sus movimientos, pero él tenía demasiada gracia para mi torpeza en aquel momento.

-¡Ay, qué difícil es esto!-me lamenté, mientras me perdía tratando de seguir sus pasos.

-¡No mires mis pies!-me dijo, subiéndome la cara.-Mírame y déjate llevar.

Yo le miré a esa cara sonriente, de dientes perfectamente blancos y ojos oscuros y lo intenté. Noté la música fluir y me dejé llevar y todo fue mejor.

Como todo en esta vida, cuando te tranquilizas es cuando te desbloqueas, empiezas a soltarte y avanzas.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Ígnea envoltura que no quema, aliento abrasador que no derrite, fuerza increíblemente cálida, protección, mano que sostiene la mía, amor.








En resumen... Fénix :)

domingo, 1 de noviembre de 2015

Cosas que joden (entrada furiosa)



"El campesino cuidaba muy bien de la vid y esta creyó que la quería mucho, pues la apuntalaba con ramas.
Tendré que recompensarle con buenos racimos, pensó ella.
Y la vid trabajó con tesón y produjo mucha uva. Pero después de la vendimia el campesino le quitó de golpe todos los palos y puntales, y la pobre vid se desplomó. Luego, con su hacha, el campesino hizo pedazos la planta, la llevó a su casa y la arrojo al fuego.
Así premian los ingratos en ocasiones los servicios recibidos."

Y con este microcuento que leí en mi infancia que viene muy al caso, comienzo esta entrada para desahogarme.

Intenta hacer bien las cosas con una persona, preocuparte por ella, darle tu apoyo, apreciarla, quererla, estar ahí de la mejor manera posible a pesar de todo lo que ha pasado, de las circunstancias, porque lo más importante es lo que te ha aportado y lo mucho que significó para ti...

¿Y cómo te lo devolverá? Pues está claro... Pasando de ti olímpicamente y olvidando prácticamente que existes: así premian los ingratos lo servicios recibidos.

Ese tipo de personas cuando ya no te necesitan, te tiran a la papelera, no te quieren, pasan de ti. Qué maravilla, ¿verdad? Realmente maravilloso. Y las palabras siempre SIEMPRE se las acaba llevando el viento. Y lo peor no es eso, no... LO PEOR es que no tienen siquiera los huevos necesarios para encararte y decirte que quieren cortar todo vínculo contigo, que no quieren saber nada más de ti, dejando todo en una dolorosa e inquietante incertidumbre. Pues qué bien oye, de verdad, que se pare el mundo que yo me bajo, que ya estoy cansada de decepciones y sólo de pensar en lo mucho que me queda por tragar me deprimo. Tan joven y tan quemada que estoy ya en algunos aspectos, joder.



viernes, 30 de octubre de 2015

Cosas que pasan


Tenías que coger el autobús, tenías que irte, pero yo sabía que estabas si no enfadado al menos molesto o disgustado conmigo.

-¿Que no es así? Claro, y ahora voy a ser yo el que se inventa las cosas...-dijiste, mirando hacia otro lado.

Quedaban cuatro minutos para que cogieras tu autobús. No dejabas de mirar el móvil para comprobarlo.

-Me voy, que ya llega.-Intentaste darme un beso...un beso raro, casi carente de cualquier sentimiento.-Ya hablaremos.

-Eso espero, si tú quieres-o algo así te dije, enfadada.

Y acto seguido te marchaste, sin mirar atrás.

Quedaban diez minutos para que llegara mi autobús. Y a pesar de entender que tenías que irte me sentía fatal por dentro, porque te habías ido, porque no habíamos solucionado lo que pasaba y me encontraba... a mil jodidas millas de estar bien. Así que nada más irte lloré a moco tendido, te maldije por dejarme sola, y hasta te odié un poco...

Un muchacho negro se me acercó, y me dijo algo cuando quedaban cinco minutos para coger el autobús. Que si estaba bien o me pasaba algo, me preguntó en inglés. Tuve que quitarme los cascos para escucharle. Le agradecí su preocupación, le dije que había discutido con mi novio y que estaba triste porque no me gustaba estar mal con él, bueno, a grandes rasgos era eso, no dije ninguna mentira.

El autobús llegó. Por fin. Entré secándome las lágrimas, pasé la tarjeta por la máquina y me senté. Casi de inmediato saqué el móvil y te escribí unos whatsapps... pero nada, no obtuve respuesta. Luego llegué a casa, me cambié, me puse cómoda, bebí un poco de agua, me metí en la cama y miré el teléfono con la vaga esperanza de que me hubieras dicho algo... pero por desgracia no fue así.

Pasó un rato. Te escribí más, por facebook, porque te vi activo y pensé que lo mismo por ahí tenía más suerte.Y también más por whatsapp. Pero nada.

Empecé a sentirme muy mal conmigo misma, por mis sentimientos, por todo lo que había pasado, por ser como era, por mis reacciones, porque te fueras, por todo. La ansiedad estaba ahí, acechándome. De hecho después de decirte que me iba a dormir y darte las buenas noches (sin obtener respuesta tampoco) empecé a notar que me costaba trabajo respirar, y me vino otro torrente incontrolable de lágrimas. Tanto fue así, tanto me preocupé, tan asfixiante y horrible era la sensación dentro de mi pecho, que me tuve que tomar un calmante algo fuerte para serenarme... Y entre lágrimas me fui sosegando y conseguí dormir algo. Dormir para olvidar, dormir, simplemente dormir. Dormir suele ser la solución para ese tipo de problemas. Llegó el día siguiente, todo se resolvió. No te culpo porque pensaras que lo mejor era no decir nada por necesitar analizar tus sentimientos respecto a lo que sucedió...

Pero bien es cierto, que una virtud o un defecto que tengo, es no soportar estar mal con aquellos a lo que quiero. Con eso no puedo.

jueves, 22 de octubre de 2015

Réquiem por los recuerdos


Estoy componiendo un réquiem. Una pieza triste para hablar de algo triste. Una melodía agónica y frágil que describa con elegancia la tristeza inexplicable pero cierta de perder a quien amas, o amaste. Será tétrico, dramático, con sonido de lágrimas derramadas de fondo para ponerle la guinda.

Me alejo de la idea del réquiem.

Confusa, cavo un hueco en la tierra. Saco tierra, cada vez más tierra, palazos y más palazos que ven desaparecer y aparecer tierra húmeda. Tiene que ser un hueco profundo para que quepa un gran féretro. Abro el ataúd de mis sentimientos. Está vacío, aún no los he metido en él. Me inclino contemplando la pulida e impecable superficie de madera en la que me reflejo y una muchacha me devuelve la mirada asustada... ¿Seguro que quiero hacerlo? En realidad sí... Sé que es lo mejor para mí aunque sea un trago duro, difícil y amargo.

Prefiero recordarlos y llorarlos por cómo eran, vivir con ese dulce eco, antes de que se convirtieran en desconocidos, en personas distintas. Pero la gente cambia y no podemos evitarlo, es el curso natural. Por más que yo impidiera, o más bien tratara de impedir que el curso de los acontecimientos no alterara lo esencial, no soy tan poderosa, sólo soy una humana. Sólo puedo resignarme, pensar que lo intenté. Dejo pues que lenta y dolorosamente los sentimientos y los recuerdos vayan saliendo de mí. Las sonrisas más dulces y sinceras, las miradas de agradecimiento, los cálidos abrazos, lo besos apasionados, las reconciliaciones, los momentos maravillosos, los detalles, los gemidos de placer, los momentos eróticos que sonrojarían al más lascivo, las canciones, lo compartido y lo vivido. Hay tantas cosas hermosas ciertamente que casi no me caben dentro, hay demasiado.

Pero nosotros no podemos decidir el curso de las cosas, muchas veces lo único que podemos hacer es aceptarlo. No sabemos qué sucederá, ni lo que pasará en el futuro ciertamente. La vida da muchas vueltas, es todo lo que sé, un día estamos aquí y el otro pues a saber. Guardo con ternura los últimos recuerdos, los último abrazos y las últimas sonrisas con el deseo profundo y sincero de lo mejor para cada uno de ellos. No está dentro de mí el rencor, quién elige lo correcto o lo que no. Eso entra en la perspectiva y las decisiones de cada uno. Es totalmente personal.

Cierro la tapa del ataúd que cae con un ruido sordo y fuerte. Ya está hecho. Y ahora, que suene el réquiem por los recuerdos... la caída de una lágrima y la tierra golpeando el féretro.

domingo, 11 de octubre de 2015

Sáciame


Quisiera matarte y tener el poder de resucitarte para acabar contigo una y otra vez de las maneras mas crueles que se me ocurrieran y repetir el proceso todas las veces que quisiera. Ahogarme bebiendo tu sangre derramada con avidez hasta que se calme mi sed de venganza... Hasta que todos los litros de agua que he derramado por tu culpa se vean compensados por la sangre que beba de las heridas que haría en tu cuerpo, chupando todos tus cortes. Disfrutar tu agonía, tu último suspiro, el último golpe de calor de tus mejillas.
Resucitarte y volver a matarte. Resulta tan delicioso imaginarlo... tan simple, tan fácil... matarte.
Equilibra mi sufrimiento por ti dándome tu sangre.
Quid pro quo.
Lágrimas de dolor por sangre.