viernes, 15 de agosto de 2014

Desde mi erial particular






Descarnada, tirada por el suelo, las rodillas hechas jirones de tanto arrastrarme por el suelo arenoso, un erial lleno de cardos que tienen nombres curiosos: derrota, amargura, sufrimiento, rechazo, autocompasión.En ese momento entrecierro los ojos y frunzo el ceño porque estoy a punto de echarme a llorar, porque esas emociones negativas que han tomado forma me golpean y me atrapan, me hieren clavándome sus espinas y me arañan, quieren que me enraíce y que me haga una con ellas, que sea un ser triste, que no sonría más, que me hunda entre las sombras, que no haga el esfuerzo por brillar.

En mi cárcel de cardos alzo la mirada hacia el cielo sin estrellas. Pues las estrellas eran esperanza pero la decepción debió borrarlas de un soplido. No hay asomo de luz en la oscura noche de mis temores.

Entre el más absoluto silencio, presto atención. Estoy atenta para ver si alguna mano fuerte rompe esas feas plantas que me retienen, que me atrapan con más fuerza conforme más me resisto, que hacen que hilos de sangre broten de mi piel en mi vana lucha. Pero caigo en la cuenta de que es una batalla que debo enfrentar yo sola, aquí nadie me puede ayudar, no. Aquí solamente estamos yo y esas asquerosas malas hierbas que no me dejan levantarme. Me cargan con más inseguridades sobre los hombros y me impiden ponerme derecha.

Es hora de hacer algo al respecto. Dispuesta a dejarme la piel, concienciada, preparada para enfrentarme a esas putas opresoras dejándome los dientes si hace falta me dispongo para el forcejeo y veo que se hacen más pequeñas, mi cuerpo se hace más grande. Y conforme crece mi cuerpo, otro tipo de sentimientos brotan de mi interior, son tan hermosos que iluminan el erial: confianza, cariño, generosidad, gratitud, entusiasmo.  Creo que voy a conseguirlo, sonrío triunfante y cuando me quiero dar cuenta... Solamente estamos yo y las estrellas. Hasta que los cardos vuelvan, y quieran volver a aprisionarme con sus espinas. Me da igual, que lo intenten. Yo ya he recuperado las fuerzas.


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