lunes, 18 de agosto de 2014

Hipatia


Aquí estoy, en este templo bendito que será mancillado por mi sangre.
Voy a morir por defender simplemente lo que es justo.
Me han paseado por las calles, arrancado la túnica, me han insultado, me han humillado. No me afecta, son calumnias.
Aquí me hallo desnuda, como suelen representar a la verdad, pues sé que nada más hay verdad en lo que digo.
¿Qué clase de Dios tenéis que os autoriza a cometer tal atrocidad?
¿Qué mal he hecho yo sino predicar lo que creo, y mostrar mi enseñanzas?
No, a causa de mi inteligencia me llamáis bruja, y vais a lapidarme.
Es un final realmente amargo por una vida entregada al conocimiento.
Orestes, ¿dónde estás? Tú me conoces, yo nunca pretendí mal. Pero aun así esta turba de cristianos enfurecidos cuyos ojos me fulminan me van a matar. Cogen piedras, estoy temblando, no lo puedo evitar.
Sólo quise aprender, y enseñar y voy a ser cruelmente asesinada a causa de mi credo y de mi afán por el saber.
Pues parece que la gente siempre teme lo que desconoce. Ese es el mayor enemigo del hombre en estos tiempos que corren: la inteligencia de una mujer, que sepa cosas y las muestre, que pueda influenciar.
El paganismo morirá, yo también.
Maldito y envidioso Cirilo...
Se acabó, es el final.

No hay comentarios:

Publicar un comentario